Cuando rodábamos por la ruta de don Quijote, en San Clemente vimos unos paneles anunciando el GR-63 o la ruta del Cristal de Hispania. Nos quedamos con el dato y un buen día monté la bici en el tren y me planté en Huete y me puse a rodar por esta ruta que nos invita a conocer de cerca la minería del lapis specularis, más conocido como 'espejillo', un mineral de yeso que se usó mucho durante la época romana en construcción y joyería.
La ruta, bien señalizada, sufre nuestros clásicos problemas de vandalismo y falta de mantenimiento. Pero en general, es difícil perderse. La primera mitad del recorrido la exploramos saliendo de Huete hacia el sur. Pronto podemos ver florecimientos de espejillo en los bordes del camino. Toda la ruta discurre por pistas bastante amables, sin grandes cuestas. Al atravesar la A-3 nos desviamos a Segóbriga, la antigua ciudad romana que centralizó en su momento toda la industria del lapis specularis. Al llegar a la entrada un cartel anuncia una repetida sorpresa: ‘Cerrado por obras’. Media vuelta y a seguir pedaleando. El tramo a orillas del río Cigüela discurre por un pequeño cañón donde nos es raro ver escaladores colgados de sus desplomes. Ruinas de molinos y puentes delatan la influencia que tuvo Segóbriga en sus alrededores.
El recorrido sigue por pueblitos: El Hito, Villarejo de Fuentes, Villar de Cañas, Alconchel de la Sierra, Villar de la Encina. De vez en cuando rodamos algún tramo de bosque de pinos y carrascas, entre todas las plantaciones de cereales. Pasamos y llegamos a Santa María del Rus y su ZEPA, pensada en dar espacios protegidos a las avutardas, numerosas en la zona. Aparece San Clemente, y en el último km de la ruta su puente romano rehabilitado. Como ya conocemos el pueblo busco su churrería de moda y repito. Muy recomendable.
La segunda mitad del recorrido la hice desde Huete hacia el norte. El itinerario se centra en pistas cómodas y algún tramo de carretera local, con muy poco tráfico por estas tierras. Siguiendo la vega del río Mayor pronto alcanzo Moncalvillo de Huete, y unos km más una recula del embalse de Buendía. En unas pocas colinas me llevan a Villalba del Rey y desde aquí los últimos km hasta las ruinas de Ercávica, otro gran asentamiento que floreció gracias a la extracción y comercialización del espejillo. Hace muuuucho calor pero la visita merece la pena, sobre todo al descender a una sala de termas bien conservada. Ahora el emplazamiento ha quedado rodeado por el embalse. El nivel está bajo y se pueden apreciar los restos de La Isabela, un antiguo balneario a orillas del río Guadiela.
Cruzamos el viaducto y en unas cuestas llegamos a Alcocer, donde reponemos agua y seguimos por la antigua carretera hasta Córcoles. Atardece y los corzos se pasean despreocupados por los campos segados. Las últimas pistas nos llevan hasta Sacedón, desde donde ya podemos utilizar el transporte público.