Otra rutita más en Segovia. Esta zona la descubrimos cuando estábamos pedaleando desde Turégano a Segovia, por la ruta de las Delicias segovianas. Nos sorprendieron los sabinares y los cañones de estos ríos recién nacidos de las laderas de la cercana sierra de Guadarrama. A pesar de su corto recorrido, bien merecen una visita de un par de días. Así que aprovechando que nuestro 'hombre en la Losa' volvía de finde a su pueblito, le eché la bici encima y me fuí a explorar un rato.
Saliendo de Segovia salimos en dirección a Palazuelos del Eresma. Al pasar el puente del Martinete nos metemos en la senda verde del Alto Eresma y remontamos las aguas del río hasta el embalse del Pontón Alto. Aquí nos incorporamos a la Cañada Real Soriana Occidental, que es la vía pecuaria que recorre la vertiente norte de las montañas del sistema Central entre Soria y Badajoz. Vamos en dirección NE, subiendo y bajando colinas hasta que cruzamos el río Pirón. Siguiendo pistas pasamos Santo Domingo de Pirón y Losana de Pirón, y desde aquí tomamos la carretera hasta el río Viejo.
Nos metemos en la senda que recorre la margen derecha. Es primavera y el verde estalla por todos los lados. Algunos buitres merodean los cielos. Visitamos un espectacular torca que domina el cañón. Salen las cornejas asustadas y se pueden ver los restos de todo el ganado que se accidentó dentro de este hueco inmenso. De vuelta a la senda seguimos aguas abajo y llegamos a la confluencia con el río Pirón. Allí se puede visitar la Cueva de la Vaquera y la ermita de Santiaguito, un recoleto templo construido en una cárcava del cañón, que hasta la fecha celebra la misa en honor al patrón. Ojo, que hay que vadear el río.
La senda se ensancha hasta hacerse una pista y así llegamos a las ruinas de Covatillas con el soberbio puente medieval y la fuente. Unos metros más nos llevan a Peñarrubias de Pirón, situado en un precioso enclave. Dicen que es el pueblo de Castilla y León con mayor número de casas rurales por habitante. Desde luego que un rato bonito es, y no se ve nada muy pretencioso. Un buen lugar para descansar y disfrutar.
La salida es cuesta arriba. Los sabinares tapizan las laderas y en un par de repechos salimos del cañón y llegamos a Cabañas de Polendos. A partir de aquí vuelve el paisaje puramente castellano: páramos de secano y alguna manchita de vegetación en las orillas de los arroyos. Pasamos Mata de Quintanar y Bernuy de Porreros, con su curiosa iglesia llena de antiguos grabados. Un par de pistas más nos llevan de vuelta a Segovia. Un ruta sencillita, de pocos km y llena de rincones interesantes.