Un día y aprovechando que un amiguete iba a pasar el fin de semana cerca de Segovia, me animé a rodar la vía verde del valle del Eresma. El comienzo no está lejos de la estación de tren de Segovia, en el conocido Puente de Hierro. Allí un cartel nos anuncia que la vía verde llega hasta Olmedo, pero luego descubriremos que no es así.
Los primeros km discurren entre prados, una aldea, un centro penitenciario y las vías del AVE. Ya al llegar a la ribera del río Eresma la vía se introduce en la vegetación de ribera y pasamos un par de hermosas antiguas estaciones: Hontanares y Yanguas. Al salir de la vera del río el paisaje cambia: pinares y plantaciones extensivas. Vuelve la industria resinera, y casi todos los pinos muestran llagas. Llegamos a Nava de la Asunción y la vía verde se pierde en pistas sin indicaciones. Llego hasta el puente del río Voltoya y el mal estado de conservación desaconseja usarlo. Vuelta atrás.
Para arreglar la palmada tomo el Camino de Santiago, que tras un par de tramos arenosos por pinares nos deja en Coca, la antigua ciudad romana, con su espectacular castillo, muralla, torre mudéjar... y ¡parro!. En esta Tierra de Pinares, antaño rica en lagunas, el pato asado o parro es un plato festivo. Se somete la pieza a un adobo particular de productos naturales y hierbas, y se asa en su propia grasa. Se aconseja calentarlo unos 10 minutos para que adquiera un toque final crujiente.
Vuelvo a explorar ruta. La salida de Coca continua entre pinares, fincas y canteras de arena. Llego a Mudrián, y sigo hasta Mozoncillo, y un poco más allá Escalona del Prado. El paisaje se vuelve amplio y deforestado. Algunas parcelas apestan a purines. Pero en pocos km aparece Turégano, y disfruto de una vista privilegiada desde su plaza Mayor porticada, y con el soberbio castillo dominando el pueblo. Aquí es el momento del cordero asado. Mejor lechazo o de pocos días, esta delicia, heredada de la tradición musulmana, en la actualidad es considerado plato de banquetes y festividades. La técnica de asado denominada «castellana», posee por regla general dos etapas. En una primera se calienta y alcanza un «punto», y en la segunda se unta de manteca y se acaba de asar. Es frecuente que se sirva a los comensales en la propia cazuela de barro.
En la siguiente visita me acompaña Eva. Salimos de Turégano por pistas y paisajes abiertos hasta Otones de Benjumea. Unos carteles nos descubren la ruta del río Purón y la seguimos para curiosear. Tras un descenso a un hermoso cañón llegamos a Peñarrubias de Purón. El entorno merece la pena otra visita y nos apuntamos el dato para rodar estos cañones en otra ocasión. Pasamos por la ermita románica de la Octava, por Escobar de Polendos y llegamos a Cantimpalos, cuna del chorizo más afamado de Segovia. Es la Feria del Chorizo y... que os vamos a contar. Este manjar proviene de cerdos alimentados a base de cereales, con un peso de entre 115-175 kg y una edad de sacrificio de entre 7 y 10 meses. Nos llevamos un potaje de garbanzos con chorizo en el buche y unas pocas ristras en las alforjas.
Salimos por más pistas y campos de cereales. Pasamos Encinillas y Valseca, y volvemos al Camino de Santiago, para llegar al mirador de Zamarramala, desde donde disfrutamos de una de las vistas más hermosas de Segovia. A quien le queden ganas no debería de perderse el cochinillo, plato emblemático de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. La crianza del cochinillo se debe hacer sólo con leche materna para que mantenga ese sabor tan especial. El tamaño de consumo de un cochinillo es de no más de 6 kilos y de poder elegir, el mejor tamaño es el cercano a 4 kilos y medio. Esto da como resultado que no se necesite otra cosa al cocinarlo que el propio cochinillo.