Esta es la primera incursión que hacemos en Asturies, y cómo no, el motivo es para explorar una ruta gastronómica. Y, ¿qué podríamos elegir del menú que nos oferta el Principáu? Entre tanta delicia, nos hemos ido a los Picos de Europa y nos hemos puesto finos de queso Cabrales y miel. Esta vez compartimos ruta con Gus y Deiviz, a los que nos unen pasados y ciclomanías, y elegimos una cálida primera semanita del mes de agosto.
Ruta corta, de tan sólo 4 días de pedalada, ideal para un buen fin de semana largo de verano. Eso sí, esta ruta no es para cualquiera. De hecho, subimos el Alto de Sotres, que fue el final de una etapa de la Vuelta a España unas semanas después de que pasáramos nosotros. O sea, nivel 'avanzado'. No obstante, las distancias son cortas, explosivas, pero el entorno es inmejorable, atravesando la esquina nororiental del Parque Nacional de los Picos de Europa. Nunca nos falta un bonito sitio donde parar a descansar.
Nuestro contacto en la zona es Paula, una amiga de Gus que regenta La Valleja, una preciosa cara rural en el concello de Peñamellera Alta. Así que tomando como base la casa de Paula, nos vamos a Arenas de Cabrales y estacionamos el coche al lado del puente sobre el río Casaño, frente al polideportivo. Últimas compras, cargamos las burras y nos adentramos en los Picos, por la fantástica garganta del Cares. Un par de curvas duras y unos pocos km en semiplano por encima del río Cares. Pasamos un túnel y ya estamos sobre la presa de Poncebos y en el límite del Parque. Las cosas empiezan a ponerse serias. Giro a la izquierda y unos 5 km de rampas duras hasta Tielve. Llegamos sudorosos pero satisfechos. El cielo cubierto nos ha ayudado a no derretirnos. Unas sidrinas y unos tortos de quesu Cabrales, cebolla y manzana para reponer nutrientes. Salimos y orvalla.
Las rampas aflojan un poco y se hace llevadero trepar por el valle del río Duje. Bajo el pueblo de Sotres aparecen un par de zetas de más del 10% que nos sacas los bofes hasta por fin llegar al primer bar. Parada y avituallamiento. No mucho que sigue orvallando. La salida es empinada pero ligera hasta el puente sobre el arroyo del Toral. Ahora viene lo bueno. Las alforjas tiran para abajo, el porcentaje sube a más del 13%. No es lo mismo hacer esto con una MTB de hierro. Entre nieblas y gotas llegamos a la altura del Jito de Escarandi: más de 1100 metros de subida en 18 km . Ahí es ná.
Aquí la lluvia arrecia y ponemos ruedas rapidito, y descendemos por la pista que llega a Bejes. Cruzamos un espectacular hayedo y paramos a tomar agua en la fuente del vao de los lobos. Al pasar por El Dobrillo, nos refugiamos de la lluvia en una invernal en la que finalmente pasamos la noche. El día siguiente amanece soleado y las vistas nos ofrecen un desayuno único. La pista pica fuerte hacia abajo y en unos pocos km llegamos a Bejes y salimos del Parque. No nos vamos sin probar el queso Picón, y nos cargamos unas buenas muestras antes de subirnos al asfalto y llegar en otro suspiro a La Hermida. Otros 1000 metros de bajada en 9 km. Ea.
Un refrigerio y unos pocos km por el desfiladero, por una carretera impresionante pero sin arcén. Hay que pedalear en grupo y muy atentos. Nos salimos en el cruce a Robriguero y seguimos el asfalto hasta el pueblo de Bores. Otra pista explosiva nos eleva hasta el collado de Serna, frente a la pica de Peñamellera, y otro descenso brutal nos deja al otro lado, en Mier, ya de nuevo a orillas del Cares. Tras un delicioso ayuno subimos al pueblo de Alles y visitamos el Aula de la Miel, donde nos cuentan de los cuidados de las abejas, y nos invitan a un buena surtido de tortos y espiritosos. Menos mal que la casa de Paula está cerquita.
A pesar del buen o del mal tiempo, la buena gastronomía es una apuesta segura en Asturias. Creo que ha sido una buena decisión empezar nuestras rutas del buen llantar por aquí.