Y este es el quinto geoparque nacional que exploramos. Nos gustan. Y no será el último. Esta vez nos hemos ido a la Catalunya Central, a la comarca del Bages, una zona desconocida hasta entonces para nosotras. Y eso que habíamos estado varias veces en el Montserrat, escalando, paseando, pero después de este viaje ya lo vemos todo de otra manera… Hace más de 36 millones de años, aquí existió un mar que desapareció cuando aparecieron los Pirineos, dejando espectaculares formaciones rocosas y muestras geológicas de ese lejano pasado.
Íbamos con una furgo, y eso de explorar sin peso ayuda mucho. Eso sí, la mascareta siempre a mano, que estamos en pandemia. De Montserrat a Manresa, la capital del Bages, hacemos bastante asfalto por carreteras secundarias. En una curva de esas vemos el bosque de las cruces. Llegamos a la ciudad por pistas y con mucho calor. Ya por la tarde seguimos ruta y un tramo va por la séquia de Manresa, una acequia que aporta agua a la ciudad desde hace más de 600 años… ¡La pedalearemos!
Remontando el río Cardener llegamos a Súria, la capital minera de Catalunya. Aquí las fábricas de potasa llevan más de un siglo funcionando… y creando una montaña de sal. Resulta que este era el fondo de aquel mar y allí se acumularon las sales, y como hoy la potasa es importante para los explosivos… negociazo al canto. Precioso casco antiguo medieval, y su famosa falla nos enseña algo más de los plegamientos que forman este paisaje.
Tras comernos un buen rajol de chocolate, seguimos rumbo a Sallent de Llobregat, por asfalto y unas buenas pistas. Mientras yo exploro la ruta mi hermana echa fotos y visita los alojamientos. Teamworking a tope. La lluvia torrencial no nos impide seguir con la ruta hacia el Moianés. Desde cerca de Calders contemplamos su antiguo meandro. Vamos a Collsuspina a ver las cuevas del Toll, surgidas de un arrecife de aquel mar ya desaparecido, y que ya eran habitadas desde el Paleolítico.
Por pistas llegamos a Castellterçol, y ya en asfalto por carreteras locales a través del Parque Natural Sant Llorenç del Munt y l'Obac, pasamos por Granera y Moiá, antes de llegar a otra de las perlas del viaje, el Puig de la Balma. Esta masía de más de 800 años de historia ha sido el escenario de una par de películas, la última fue Pá negre. Aquí conocemos a la señora Dolors, que nos enseña el museo y el lugar, como se vivía antes, la prensa del vino, las tinajas… una pasada. Y un entorno natural tan acogedor como sus anfitriones.
Un día más de pistas para explorar las tinajas de vino del valle del Flequer. Antes de la plaga de la filoxera de hace más de siglo y medio, todo esto eran vides y de aquí salía gran parte del vino que se consumía en toda Europa. Menuda infraestructura que tenían aquí montada. Ya cerquita de Manresa pasamos a ver el pont Foradat, un puente de roca natural esculpido en un flanco de un resalte calizo. Una chulada más de este geoparque que se pedalea muy bien.