El año anterior recorrimos la costa sur de Portugal, desde Huelva, por el Algarve y el Alentejo. Y este pasado verano repetimos en Portugal, pero ahora la costa norte. Comenzamos desde Galicia, a esta orilla del río Miño, en A Guarda, pueblo famoso por su castro que domina el estuario desde la cumbre del cerro de Santa Cleta. Como la marea no le deja mucho fondo al ferry, se cancelaron los servicios y nos tuvimos que meter unos pocos km más hasta el primer puente que cruza a Portugal, en Goián.
Aprieta el sol y unos km con poco tráfico nos llevan hasta Caminha y la Foz do Minho. Aquí podemos decir que empieza nuestra travesía por la costa norte portuguesa. Siguiendo carreteras locales y algún tramo de pista llegamos al faro de Montedor, y desde allí una bonita ciclovía nos lleva hasta Viana do Castelo. Cruzamos el río Limia por el espectacular puente Eiffel y continuamos por carreteras locales hasta Esposende. Seguimos las señales del Camino de Santiago y llegamos a los campos-masseira de Aguçadoura, donde recogen las algas marinas para compostarlas y cultivar en las dunas de arena.
Llegamos a Povoa de Varzim y Vila do Conde, con sus puertos y zonas urbanas. Menos mal que hay habilitados carriles bici para atravesarlos. Desde Vila do Conde una pasarela de madera nos acerca hasta los alrededores de Matosinhos y la desembocadura del río Douro. Atardece y nos adentramos por el río hasta Porto, la famosa ciudad por su famoso vino y su famoso centro histórico. Mucho que ver y hacer aquí, tendremos que volver. Eso sí, no nos perdimos la mejor ‘francesinha’ que hemos comido en Portugal.
Seguimos más el sur por ciclovías y entre matos y playas llegamos a la ría de Aveiro. Tras acampar en São Jacinto cruzamos la ría y seguimos por más ciclovías y bosques hasta la Serra da Boa Viagem y Figueira da Foz, en la boca del río Mondego, donde nos subimos al tren para llegar a Coimbra. Un día de descanso para conocer la histórica ciudad, patrimonio de la Humanidad, sede universitaria, cuna del fado y sepultura de muchos reyes.
La siguiente tirada continua por zonas rurales y más bosques de pino hasta el cabo de São Pedro de Moel, con su bonito faro y buen camping. Más km de ciclovía y bosques nos llevan a Nazaré. Almorzamos en su coqueto barrio velho, con el Santuario de Nuestra Señora de Nazaré y el mirador del Sítio. Siguiendo por las pistas costeras llegamos al Casal do Salgado. Toda una palmada de tramos arenosos y cuestas explosivas. Volvemos a la costa en São Martinho do Porto y acampamos en Foz do Arelho, a orillas de la hermosa laguna de Óbidos. El viento y la lluvia nos acompañan a Peniche, donde nos tomamos otro buen descanso y un par de calderetas muy recomendables.
Aparecen los primeros acantilados y el relieve se vuelve más accidentado. Pasamos Lourinha y nos desplazamos por el interior, para evitar la carretera nacional siempre que podemos. Tramos por pistas, carriles bici, carreteras locales y alguno por la nacional nos llevan a Ericeira. Son fiestas y fin de semana. Se nota la cercanía de Lisboa. El horizonte lo enmarca la sierra de Sintra, y el cabo da Roca, el finisterre más occidental de la Europa continental. Nos acercamos a conocer esta sierra de bosques y palacios, monasterios y castillos. La invasión de turistas no deja lugar a dudas, Sintra también es Patrimonio de la Humanidad. La llegada del lunes ayuda a aligerar la ciudad donde elegimos descansar antes de volver a casa.
Las últimas subidas y bajadas nos llevan a Cascais y el estuario del Tajo. Desde aquí tomamos el tren a Lisboa y directamente el tren-hotel de vuelta. Una vez de regreso a casa nos regalan el libro de José Saramago, “Viaje a Portugal”, un poco a destiempo, pero que nos ayuda a recordar todos los rincones costeros que hemos conocido. Ni tan mal.