Un día me acerqué al Real Observatorio de Madrid, en el parque del Retiro, fundado a fines del siglo XVIII y donde empezó a institucionalizarse la astronomía en este país. Una visita agradable con muchas salas llenas de curiosos libros, instrumentos y legajos antiguos, pero con una par de detalles por los que que merece la pena acercarse: la réplica del Gran telescopio de William Herschell y el péndulo de Foucault que ilustra la rotación diaria de la tierra. Además, después se puede dar una bonita vuelta por este parque para admirar sus árboles singulares.
Más tarde bicheando la website del Instituto Geográfico Nacional vi que había un observatorio bien cerca de Madrid, el Observatorio Astronómico de Yebes, en Guadalajara. Y como con los trenes de Cercanías Madrid se llega bien fácil, decidí echarle un vistazo.
Una vez en la estación de tren de Guadalajara, en un primer intento me fui por la urbanización El Clavín, que a pesar de tener servicio de vigilancia en su entrada, me dejaron pasar y me dijeron por donde salir de la urba hacia Valdeluz. La verdad es que llegué a Valdeluz, no me gustó nada y me di la vuelta. Entré de vuelta a Guadalajara por detrás del hospital, y siguiendo unos carriles-bici y unos parques llegué hasta el puente del Henares. Una cosa compensó la otra.
Otro segundo intento lo hice por la antigua N-320, el poblado de Villaflores y Horche, y resultó ser la buena. Desde Horche hay pistas te llevan al OAY. Allí veo el Aula de Astronomía y a un chico salir de allí. Hablamos, me cuenta de como funciona y me da su contacto. Perfecto. Para volver intento regresar por el pueblo de Yebes. Paso el pueblo y tras unos km por pistas me encuentro el típico caso del típico listo que valla su finca y no respeta la servidumbre de paso de los caminos públicos. Brrrr. Regreso hacia Valdeluz, otra vez esta megaurba. Grrrr. Sigo la antigua N-320, paso detrás del hospital y atravieso de nuevo la ciudad de Guadalajara con carriles bici y parques hasta la estación de tren. Otra de estrellas.