Este rincón ha sido uno de los que más me ha sorprendido descubrir en los últimos años. También es verdad que tengo una especial debilidad por los canales y todas estas obras hidráulicas. Estaba escrito que tarde o temprano nos íbamos a encontrar. Todo empezó hace unos años, haciendo el curso de guía por itinerarios en bicicleta. La escuela estaba en Torrelodones, y cuando empezaron las prácticas nos llevaron a conocer la presa del Gasco.
El proyecto de construir un canal desde Madrid a Sevilla puede sonar un poco extravagante en estos tiempos, pero a finales del siglo XVIII no lo era. Sobre todo con el ímpetu que atravesaba Europa y en el que España había entrado con su canal de Castilla y el canal Imperial de Aragón. Nosotras ya hemos rodado por esas orillas, y no me importaría poder rodar a lo largo de la Mancha, desde el río Guadarrama al Guadalquivir, siguiendo un curso de agua artificial.
El proyecto inconcluso tuvo todas las dificultades posibles: una falta total de liquidez del Banco de San Carlos paralizó las obras, pocos días después de la firma del acuerdo de financiación, el ingeniero Lemaur falleció en extrañas circunstancias, una epidemia de paludismo acabó con la vida de numerosos trabajadores, muchos de ellos presidiarios que cumplían de ese modo su condena. Finalmente, después de que una fuerte tormenta caída la noche anterior, se derrumbó parte del muro, y se abandonó definitivamente el proyecto.
El enclave elegido, tan cerca de Madrid, en un entorno tan idóneo, posiblemente fue la mejor decisión de todo el sueño fallido. Y poder acercarse a verlo es bien sencillo, con el tren de cercanías próximo, y con un tramo de unos 7 km de canal construidos, por donde discurre una senda ciclable bien divertida. Nuestro grupo del curso de guías en bicicleta, la disfrutamos más de una vez poniendo a prueba nuestra destreza y nuestra capacidad de pastorear con un par de walkie-talkies a una manada de locos en bici.
Se llega en 15-20 minutos desde la estación de tren de Torrelodones. Las pistas que descienden a la presa son inclinadas y hay que saber contener la bici. La última vez que me acerqué había una verja cerrando el acceso sobre un puente del canal seco. Una senda a su izquierda nos permite evitarla no sin precauciones. En los últimos metros es mejor desmontarse de la bici por la exposición de la senda sobre el cauce, y caminar un rato hasta la presa. Allí podremos apreciar el tamaño de la obra, en su momento, la presa más alta del mundo, con 92 m de altura y 251 m de longitud en su coronación. Y el resultado final. Un estudio reciente analizó la obra y dió por sentado su fracaso.
El itinerario desde la presa hasta la estación de tren de Las Matas es un regalo para la bici. Un sendero estrecho culebrea sobre el dique lateral del canal, o incluso por dentro del cauce en algunos tramos, con toboganes y pasajes técnicos, evitando los árboles y arbustos que han crecido por todos los lados, y quizás con algún empujón. Podremos apreciar los viaductos para sobrepasar los cauces de los arroyos, algunos aliviaderos, y unas vistas de la capital y su extensa zona oeste conurbana sorprendentes.
El canal termina con una pista que nos lleva a una urbanización, ya en Las Matas. De aquí a la estación de tren sólo nos queda un túnel bajo la autopista A-6, una pasarela sobre las vías del tren y un cómodo carril-bici. Una tarde en bici bien divertida, a tiro de piedra de Madrid.