Gallocanta

La guna de Gallocanta

En la Laguna de Gallocanta, el segundo humedal con más aves de la península, se juntan dos temas que nos atraen mucho cuando salimos a rodar en bici: el avistamiento de aves y la observación de estrellas. Así que este otoño nos hemos acercado a ver a sus famosas grullas. En esta nueva exploración hemos vuelto a contar con nuestra astrónoma favorita: Amaia, y nos han acompañado cinco colegas más. Equipazo.

Un viernes después de currar subimos las bicis a nuestros coches y ponemos rumbo a Gallocanta y su Albergue Allucant, donde Javier nos recibe muy bien, ya muy acostumbrado a grupos de ciclistas. Buena cena y a la cama que queremos ver como se despiertan las grullas. Antes de la salida del sol las grullas nos muestran sus ruidosos movimientos en grupos que podemos observar desde el observatorio del Museo Interpretativo del Ecosistema Aves (2€). Una vuelta por el museo nos ayuda mucho a entender mejor este Espacio Natural clave para las aves migratorias. Eso sí, creemos que sobran unos cuantos animales disecados...

La ruta discurre por las pistas que bordean la laguna, de observatorio en observatorio. Podemos ver muuuchas fochas comunes y unos cuantos flamencos en el agua. Pasamos la ermita de Nuestra Señora del Buen Acuerdo, los caminos están bastante bien para la bici. Llegamos al pueblo de Las Cuerlas, donde no encontramos ningún bar o cafetería, pero nos conformamos con su fuente de agua. Así es la España Vaciada. Un arroyo crecido por las recientes lluvias nos obliga a descalzarnos para vadearlo. Pronto llegamos al área de descanso cerca de Bello, donde nos paramos a almorzar algo.

En este pueblo han reconvertido un antiguo silo de cereal en un alojamiento, con restaurante y observatorio de estrellas. Lamentablemente el encargado del observatorio esta de baja y no podemos disfrutar de la instalación, pero con Amaia, nuestra astŕonoma preferida, salimos un poco fuera del pueblo y podemos disfrutar del cielo estrellado.

Al día siguiente visitamos el Centro de Interpretación de la Laguna de Gallocanta, más modesto y sin tanta taxidermia. Tras la última torre de avistamiento nos acercamos a las ruinas del poblado celtíbero de El Castellar, ya muy cerca del pueblo de Berrueco. Impresionan sus murallas, la puerta de entrada en zig-zag,… Se me ocurre una ruta por la Celtiberia recorriendo los mejores hallazgos arqueológicos… Pronto.

En la fuente de los haces no hay agua pero el refugio y el solete de otoño nos invitan a parar y hacer un pic-nic. Unos pocos km más de caminos de tierra nos llevan de vuelta a Gallocanta. Cargamos de nuevo las bicis en los coches y rumbo a casa. El año que viene otra exploración más.