Cuando este pasado verano me rodé con un colega la vía verde del Cidacos, desde Calahorra hasta Arnedillo, nos dimos cuenta de las posibilidades que tiene este valle de ofertar un buen plan de turismo activo a las familias con ganas de rodar y explorar este bonito valle riojano. Empezando por Calahorra, ya podemos ver unos restos de un castro amurallado de la Edad del Hierro cerro Sorban, y al lado los de un acueducto romano. Claro que con la chavalada puede ser un poco árido…, pero también tenemos un buen plan: Tierra Rapaz, a 15’ en bici desde la estación de bus de Calahorra este parque de rapaces seguro que les mola.
Los primeros km del Valle del Cidacos no son de lo mejor: una recta larga y paralela a la carretera no es lo más divertido que te puedes imaginar, pero ya cuando llegamos a Autol, se separa del asfalto y el valle del Cidacos se encajona entre montes. Hay que recordar que desde 2003, los Valles del Jubera, Leza, Cidacos y Alhama, son una Reserva de la Biosfera. Aquí empieza un paisaje de acantilados arcillosos, en sus crestas aparece un antiguo castillo, y así llegamos a Quel. Ahora la vía discurre por la ribera del río y la vegetación acompaña. Llegamos a Arnedo, donde el poblado celtíbero Cerro de San Miguel y su famosa Cueva de los Cien Pilares bien merece una visita. Eso sí, mejor reservar para que no os pase como a nosotros, que llegamos allí en la bici con las alforjas y en la oficina de turismo nos dejaron sin las cuevas.
Seguimos aguas arriba por el valle y la vía verde, pasamos Herce, cruzamos el río y en un par de km se encuentra Santa Eulalia, con sus interesantes cuevas del ajedrezado, y sus lagares rupestres del Cogote de las Pilas. A partir de aquí la vía verde gana un poco de altura y se separa del río. Pasamos el cruce con la vía verde de Préjano, y luego llegamos al mirador del buitre, que seguro que gusta a toda la familia. ¡Reservar!
Ya vemos cerca las Peñas de Arnedillo, Peñalmonte y Peña Isasa, y llegamos a Arnedillo, conocido por sus pozas termales, con su fuente, su ducha, y su WC. En una categoría superior podemos disfrutar de las aguas termales en el balneario, que es famoso por su baños de barro. Yo me dí un homenaje la segunda vez que pasé por allí y que venía de Soria. Y no dejéis de apoyar a Raúl con sus exquisitos quesos de cabra de la zona, elaborados allí mismo.
Esa vez que bajaba de las tierras altas sorianas me paré un buen rato en Enciso. Esta localidad se ha hecho célebre por su Ruta de las Icnitas, de la que podemos obtener más información en su Centro Paleontológico. Pero los más pequeños igual se lo van a pasar mejor en El Barranco Perdido, un parque de paleoaventura donde podéis convertiros por unas horas en paleontólogos que desentierran fósiles, catalogan restos y siguen pistas para descifrar cómo eran los dinosaurios que habitaron La Rioja hace más de cien millones de años. Además, Enciso posee un patrimonio monumental medieval envidiable: un castillo, dos iglesias, un puente, tres ermitas y un precioso crucero; para conocer mientras se pasea con calma. Una de arqueobici en familia.