La Tierra de Ayllón

Los pueblos de colores de la Tierra de Ayllón

Cuando estábamos acabando la vuelta al mundo en bicicleta decidimos atravesar el Sistema Central por un paso que no conocía: el puerto de la Quesera. Entonces rodaba con Corinne y tras cruzar la Sierra de la Demanda y la de Neila, nos adentramos en los páramos mesetarios y llegamos a Riaza. Ma acuerdo que pasamos la noche un poco más arriba del pueblo de Riofrío y al día siguiente entre hayas y pizarras coronamos el puerto de la Quesera: 1712 m. Al otro lado nos esperaban Majaelrayo y unos cuantos pueblos negros. Esa fue la primera vez que disfruté de la arquitectura negra de las pizarras.

La segunda fue pocos años después. Ya de vuelta en casa me enteré que un colega tenía una casita en Majaelrayo, y un par de findes me fuí allí a rodar por las pistas de los alrededores hasta Grado del Pico, y hasta la sierra del Rincón, y desde allí hasta Buitrago.

El tercer capítulo empezó con un artículo de un periódico que mi hermana me enseñó sobre unos pueblos de colores, cerca de Riaza. Me impactó que en tan pocos km los recursos para construir casas pudieran ser tan distintos. Así que un buen verano nos llevamos las bicis a Riaza y desde allí nos fuimos a explorar en bici los pueblos de colores.

Empezamos por Alquité y sus muros amarillos. Ya en el pueblo tuvimos la fortuna de cruzarnos con Jerónimo, un vecino que guarda las llaves de la iglesia de San Pedro, un templo románico construido con cuarcita amarilla. Seguimos por el otro pueblo amarillo, Martín Muñoz de Ayllón, con una bonita fuente y su preciosa iglesia restaurada dedicada a San Martín de Tours, que combina piedras amarillas, rojas y blancas.

Desde allí bajamos por pistas al pueblo rojo de Villacorta. Era verano, había más gente, y andaban celebrando una fiesta. Las y los chavales nos vendieron limonadas que nos ayudaron a hidratarnos. Unos km más por asfalto nos llevaron al pueblo de Madriguera, también construido en arenisca roja. Había un restaurante y nos dimos un buen homenaje. Más tarde las cervezas nos pesaban cuando subíamos a El Muyo, ya construido en pizarra negra.

Desde aquí enganchamos una de las rutas de BTT que están señalizadas y llegamos a otro pueblo negro: Serracín, donde las pizarras y las areniscas rojas se mezclan en su iglesia derruida. Siguiendo las señales llega un momento en que se pierde el itinerario y tuvimos que hacer algo de bici-jungla para llegar al pueblo negro de Becerril. Una buena fuente y una buena conexión con Alquité nos ayudaron a cerrar el círculo.

Un cuarto capítulo comenzó con la noticia de que a unos colegas les dejaba una casa en El Muyo y me invitaron a pasar unos días allí. Me llevé la bici y volví a repasar con cuidado el paso entre Serracín y Becerril… Que no. Los que diseñaron la ruta han dejado atrás un tramo con maleza, cultivos y sin señales. También exploré más pistas a El Negredo, los alrededores de Villacorta y Madriguera, la verdad es que la zona mola todo.

Y un último quinto capítulo me llevó a rodar desde Ayllón a Grado del Pico y a Villacorta. Toda la ribera del río Aguisejo, a ambos lados, por carretera y pistas, perfila esta etapa que se puede conectar muy bien con Cantalojas, el hayedo de Tejera Negra y Majaelrayo. Y desde Ayllón hay muy buena concexión con los pueblos de colores y Riaza para cerrar una ruta circular bien chula y colorida.