Esta parte de la península no la tengo bien rodada. Y no será por falta de amigos o familiares. Un día buscando destinos termales descubrí los Baños de Ledesma y un buen fin de semana con ganas de descanso y relax puse rumbo a Salamanca.
El balneario de Ledesma es conocido desde tiempo de los romanos. Sus aguas sulfuradas brotan a 46,4 ºC, debajo de su gran piscina. Y en la sauna puedes beber el agua de una de sus surgencias. Es uno de los complejos termales más grandes de España, con hotel, apartamentos, piscinas exteriores, zonas deportivas,…; que me abrumó un poco pero que tiene suficiente espacio para moverte y disfrutar de paseos por las riberas del Tormes.
Metí la bici en el bus y llegué a Salamanca. La ciudad vieja es Patrimonio de la Humanidad, y tengo muy buenos recuerdos. Pero esta vez desde la estación de autobuses salí a un carril-bici que me dejó en las urbanizaciones de las afueras, ya a orillas del río Tormes. Hay un paseo fluvial muy chulo hasta el molino de Gudino desde donde tomé la carretera local y crucé a la otra orilla.
Tramo por asfalto y en el segundo pueblito, Pino de Tormes, seguí una pista que nos deja en las riberas del Tormes. Donde hubo unas antiguas graveras ahora luce un bosque de ribera, con área recreativa y un Centro de Iniciativas Ambientales, donde pasar un buen rato en familia. Merece mucho la pena darse una vuelta por el Arte Emboscado, una galería al aire libre donde disfrutar de esculturas y murales bajo la arboleda. Excelente trabajo de la Fundación Tormes-EB.
A la ida seguí por las pistas de la margen izquierda, atravesando fincas y pedaleando por pistas abandonadas hasta llegar un poco antes del balneario. Hmmm, nada interesante. Ya a la vuelta lo hice por la margen derecha, unas pistas buenas hasta Juzbado, pueblo lleno de murales gigantes, arte en la calle, papeleras decoradas, museo, jardín botánico… Sorprendente. De allí hasta Almenara del Tormes hay que rodar por la carretera SA-300, con buen arcén, y bajar de nuevo a las riberas del Tormes para regresar a Salamanca. Mejor. Y si además probáis el hornazo, mucho mejor.
Estando allí, un día me acerqué a Ledesma, un precioso pueblo amurallado y lleno de historia. Me gustó rodar por sus calles llenas de palacetes y casonas señoriales y con unas vistas espectaculares al río y su antiguo puente. Recomiendo la visita a su Centro de Interpretación, BLETISA, en la iglesia desacralizada de San Miguel. Y sus rosquillas están bien ricas. Desde allí me fui a ver el puente mocho y sus tramos de calzada romana que aún se pueden apreciar. Por allí pasa la ruta Dalmacia, 135 km de pistas por las dehesas charras, siguiendo la ruta que hizo San Francisco de Asís en su camino a Lisboa. Hmmm, más interesante.