Los campos de Hellín. Otro rincón desconocido. Y creemos que muy desconocido para casi todas y todos los viajeros en bici. Es de esos lugares que sin ser destino de nada, cuando se rueda por sus caminos no pierde su potencial de sorprendernos.
Yo empecé directamente por el Tolmo de Minateda. En su web anuncian que cierran lunes y martes, y como es domingo allí voy. Lo rodeo, el tremendo ripio con sus cuevas y construcciones agarradas a los desplomes. Veo gente dentro, coches aparcados, y una familia en la entrada cerrada, que como yo se quedan con las ganas de poder visitar el parque arqueológico. La próxima será.
Sigo por las pistas que discurren paralelas a la rambla de Minateda y atraviesan antiguos saladares hasta Agramón. De aquí continuo en búsqueda del río Mundo y sus orillas llenas de árboles, con huertos, olivares de regadío y varias terrazas donde se agarran los pinos de reprobación. Lamentablemente los incendios han desolado algunas laderas de la sierra de los Donceles, que tras superarla nos invita al descenso del valle del Segura.
Veo muchos cortijos abandonados, y formaciones espectaculares donde la tierra, rica en yesos, hace formaciones caprichosas. La vereda del río esta llena de choperas y de arrozales, con su famoso arroz bomba con la D.O. de arroz de Calasparra. Paso la aldea de Maeso y aparece el asfalto. El pueblo de Las Minas dejó atrás su pasado glorioso de extracción de azufre, ya cerca de la confluencia de los ríos Mundo y Segura. La carretera local asciende por un paisaje árido de yesares hasta ganar altura y regresar a Agramón.
El siguiente día voy a explorar los alrededores de Hellín. Un circuito en bici lleva del pueblo a la laguna de los Patos. Más adelante se encuentran los puentes romanos de Isso. Pero el acceso en bici se complica y la cantidad de basura de los alrededores me invita a descartar la desviación. Vuelvo a rodar por la sierra de los Donceles. Un reciente incendio dejó atrás un paisaje desolado, donde el fuego destruyó la titánica labor de repoblar sus laderas con pino carrasco. Por la tarde me acerco al volcán de Cancarix, único en la península por la conservación de su chimenea. En un chulo paseo se alcanza su cumbre que nos regala unas vistas fantásticas.
La pedalada continúa hacia Tobarra, entre más saladares y plantaciones, con aldeas dispersas, que dejan a la laguna de Alboraj arrinconada y cercada con una alambrada. Ya en Tobarra desisto de seguir explorando esa zona, árida y con poca sombra para pedalear. Prefiero que la ruta vaya pase por los poblados de reprobación de los años 50 del siglo pasado: Nueva Campaña y Cañada de Agra, este último declarado Bien de Interés Cultural. Un buen remate para una buena pedalada por las tierras de Hellín.