Este verano y aprovechando la visita obligada a nuestras tierras vascas me di un paseo por el Baztán. En Hendaia pase un buen rato con un reciente cliente de Bicicletos Viajes. Fuimos en bici a comer a Bera, por la vía verde del Bidasoa. Y se me empezó a montar una ruta en la cabeza. Las referencias al mundo de las brujas son numerosas por estas tierras. Los procesos de la Inquisición, las torturas, los akelarres, los autos de fe… Por aquí se encendieron muchas hogueras durante los siglos XVI y XVII, y allí fueron quemadas muchas mujeres y hombres que eran una amenaza al orden establecido por lo que fuera. Ellas muchas más que ellos. Como siempre.
Al día siguiente pasé por Zubieta a ver a Imanol, una antigua amistad del viaje de la vuelta al mundo. Nos encontramos en Tailandia hace 15 años... Y hasta ahora. Allí me dejaron una bicla y me acerqué al Baztán, uno de mis valles preferidos del Pirineo. Es julio pero aquí ya se sabe: llueve a lo largo de todo el año. Entre chubasco y chubasco iba rulando pistas para visitar el bosque de Bértiz. No me convencieron. Son rampas muy duras y realmente las carreteras locales no tienen mucho tráfico. Seguí rodando por pistas desde Elizondo para evitar la carretera nacional. Pero el itinerario se complicaba mucho. Llegué a Amaiur, el histórico pueblo navarro, con su castillo, el molino, las casas nobles… Bien bonito. Por aquí pasa el camino de Santiago y enganché algunos tramos por pistas asfaltadas que van subiendo al puerto de Otsondo.
Siguiendo las flechas amarillas me planté en Urdazubi, con su monasterio y su bonito centro histórico. A la vuelta intenté otra ruta para llegar a Otsondo desde aquí, pero la pista se convierte en senda y finalmente el bosque se lo comió todo. Por fortuna me encontré un caserío y aunque el paisano no hablaba más que euskera pronto se dió cuenta del lío en que estaba metido. No valió de nada enseñarle el track en el móvil, pero me ayudó a regresar sano y salvo. Mila ezker.
Por carreteras locales es muy fácil llegar a las famosas cuevas de Urdax y de allí a las de Zugarramurdi. Una senda sigue hasta las de Sare, ya al otro lado de la muga, pero a pesar de que es muy chula no es recomendable hacerla en bici con alforjas. Además hay bastante gente en días festivos y a tramos hay poco espacio para compartir con los viandantes. Así que seguí unas pistas y… otro lío. Vuelta a Zugarramurdi decidí continuar por carreteras locales. Una cuestita suave me puso de nuevo en la frontera, y en unos pocos km más aparecí de nuevo en Bera, a orillas del precioso río Bidasoa.
Claro que esta ruta ya se le ocurrió que al gobierno foral de Navarra hace un buen rato: ruta de la brujería. Pero eso sí, nosotros vamos en bici. Y las brujas en escoba. Alegría entre las piernas.