A esta ruta nos hemos acercado varias veces. La comodidad de llegar a Guadalajara por tren de cercanías nos ha ayudado a explorar el mejor itinerario posible. Además de la proximidad tenemos muchos amigos con las raíces de sus familias por la zona, que nos han ayudado a encontrar los rincones alcarreños. El pasado año 2016 fue el centenario del nacimiento de Camilo José Cela, autor del famoso relato de su Viaje a la Alcarria, y puso en la agenda cultural esta región a caballo entre Guadalajara, Cuenca y Madrid.
Como ya habíamos explorado las vías verdes del SE de Madrid, un día decidimos seguir el trazo del tren de Arganda, que nos lleva por la Alcarria madrileña hasta la provincia de Guadalajara y la presa del pantano de Entrepeñas, que acabo sumergiendo bajo el agua el ferrocarril que llegaba hasta Alocén y que CJC tomó para regresar a Madrid de su periplo. Desde Mondéjar se puede seguir la vía verde, sin consolidar en muchos tramos, hasta Pozo de Almoguera y Yebra. A partir de aquí sólo volveremos a rodarla a tramos, pues el trazado esta casi perdido. Nos desviamos a conocer Recópolis, la urbe visigoda construida en honor a Recaredo, y desde allí hasta Zorita de los Canes, con su imponente castillo. Aún podemos seguir algún tramos más a la salida de Zorita camino a la presa de Bolarque y Sayatón. Desde aquí, las fincas privadas han cerrado el acceso más allá de la carretera y ya cerca del cruce a Auñón podemos ver los restos de la antigua estación de tren cerca del puente romano y alcanzar la presa de Entrepeñas por la bonita carretera de la Visera.
Más adelante decidimos explorar la ruta desde el origen que decidió CJC: Guadalajara. Un pasillo verde nos ayuda a cruzar la ciudad por el barranco del Alamín, y tomar las pistas que nos llevan hasta Iriepal. Desde aquí y por asfalto llegamos a Torija, donde su hermoso castillo templario ha sido transformado en Centro de Interpretación y en su Torre del Homenaje podemos visitar el Museo del Viaje a la Alcarria. La ruta continua por el bonito pueblo de Fuentes de la Alcarria, y luego la monumental Brihuega. Seguimos por una carretera local prácticamente sin tráfico hasta Cifuentes, y desde aquí por las pistas de Ruguilla y Sotoca de Tajo hasta Santa María de Óvila y las orillas del Tajo hasta Trillo.
Desde aquí rodamos por uno de los tramos más bonitos de la ruta, los meandros del Tajo. A los pies de las simbólicas montañas de las tetas de Viana, unos 30 km de pistas nos llevan a orillas del río por sus bosque de ribera, hasta abrirse a la cola del pantano de Entrepeñas. Unos km de asfalto nos llevan a Chillarón del Rey, y luego una carretera local con inmejorables vistas nos sube a Alocén, y desde aquí en unos pocos km más Auñón.
Otro día fuimos a explorar las pistas que desde Auñón nos llevan hacia Sayatón. La subida es suave y el único problema es el barro acumulado. Entre nieblas llegamos al bonito rincón donde se esconde la ermita de la Virgen del Saz. Las vallas no nos dejan seguir hacia nuestro destino, y tenemos que descender al valle y seguir por carreteras y pistas hasta Pastrana, la hermosa villa ducal, desde donde volveremos a Guadalajara.
Reflexión: Fincas cinegéticas, explotaciones agrarias, vías verdes atravesadas por cultivos, urbanizaciones, áreas de recreo sumergidas en el río… Los malos usos de los caminos públicos, el abuso de las vallas en los cotos, las vías verdes u otros espacios públicos nos están poniendo cada vez más difícil salir a disfrutar de una buena pedalada. Un portal donde denunciar estas situaciones: Caminos públicos.