Por varias razones, una de las zonas a las que más volvemos en bici es el sureste de Madrid: se puede llegar en metro, en tren o en bus desde la ciudad; tiene una par de vías verdes muy cómodas y unos cuantos pueblos atractivos; nos tira bastante el paisaje alcarreño... Así que un buen día, explorando más rutas por allí, nos encontramos con una acequia que corría paralela al río Tajo, y la seguimos hasta Aranjuez. Siempre nos han gustado las rutas que recorren estos ingenios hidráulicos, en general llanas y casi sin tráfico motorizado, muy apropiadas para cicloturistas debutantes y familias. En este sentido, ya ofertamos cinco canales para pedalear en España y en Francia: el Canal de Castilla, el Canal Imperial de Aragón, el Canal del Midi, el Canal del Garona, y el Canal Nantes-Brest.
Esta acequia forma parte de los Canales de Aranjuez, impulsados por el rey Carlos III para fomentar el regadío y la producción agrícola de la vega del Tajo, y que se llegaron a ampliar hasta tener casi 100 km de canales y acequias, desde Estremera hasta Algodor. Así que tras estudiar un poco los mapas y la información disponible, en un par de fines de semana nos los recorrimos.
La primera fue en septiembre. Nuestro objetivo era explorar el Canal de Estremera, en el límite entre Madrid y Guadalajara. Nuestra sorpresa fue encontrarlo totalmente seco, relleno de grava y reconvertido en un Camino Natural. Esta interesante iniciativa nos muestra, otra vez más, la incapacidad en este país de hacer las cosas bien: excesiva señalética innecesaria, áreas de servicio inútiles y en desuso, y sobre todo, la interrupción del Camino tras el salto de Valderrivas, sin solución de continuidad ni alternativa propuesta. Así que lo que podría haber sido una buena primera etapa, nosotros acabamos descartándola.
Una vez pasado Villamanrique de Tajo, rodamos los últimos km de lo que fue el Canal de Estremera y llegamos al azud de Valdajos, donde se encuentra la toma de agua del Canal del Tajo y un poco más delante una antigua central hidroeléctrica. Éste sí, el canal lleva agua y rodamos suavemente por el camino de servicio. A pesar de no tener una hilera de árboles plantados como en los canales clásicos que ya conocemos, la pedalada es tranquila, agradable, sin coches y avanzando entre distintas plantaciones.
Pasamos el puente de Villarrubia, la acequia se acerca y se aleja del río, y podemos observar desde una moderna fábrica de sulfatos, a una central hidroeléctrica, las ruinas del castillo de Oreja, o la ermita de Nuestra Señora de Castellar, sobre las cárcavas que dominan el río. A la altura del Molino del Monje el canal del Tajo se divide en dos acequias, la Alta y la Baja. Nosotros seguimos por la Baja hasta el cruce con la carretera, y continuamos hasta el Real de San Isidro, donde disfrutamos del barrio antiguo y sus jardines. Siguiendo calles arboladas cruzamos el puente de la Reina y entramos en Aranjuez.
La segunda visita la hicimos en octubre y nuestro objetivo fue rodar el Canal de las Aves, que nace justo antes de Aranjuez, lo atraviesa por debajo, y continua por el margen izquierdo del Tajo. Lo primero que hicimos fue visitar el Mar de Ontígola, un buen sitio para ver pájaros. Aún entre nieblas a esa hora de la mañana, rodeamos la ciudad y nos incorporamos al canal cuando pasa bajo la carretera de Andalucía. El sol va despejando un bonito día, que nos deja disfrutar de la numerosa avifauna del río: patos, cormoranes, garzas. Tomamos agua en Las Infantas, y a medida que avanzamos van apareciendo viaductos. A partir de las casas de Villamejor, vamos intercalando tramos del camino de servicio del canal con otros del Camino Natural del Tajo. Ya en Algodor, un último viaducto, claramente en desuso, lleva al canal por unas fincas particulares hasta la balsa de decantación y el posterior desagüe al río. Ahora continuamos por el camino natural, que atraviesa la N-400 a la altura de un polígono industrial, desde donde podemos llegar a Toledo por la senda ecológica, recientemente habilitada.