Esta vez exploramos nuestro segundo observatorio astronómico, el Complejo Astronómico La Hita, en el municipio de la Puebla de Almoradiel, en la mancha toledana. Estas instalaciones han sido el sueño hecho realidad de Faustino, un aficionado que desde hace más de 16 años ha hecho de todo, insistimos to-do, en el complejo. Eso sí, excepto los espejos de los telescopios. Ahora le ayudan Leonor y Fernando, y los 3 hacen un equipo que da gusto. Compran piezas, ensamblan aparatos, telemecanizan los telescopios, levantan ladrillos, extienden grava..., y llevan adelante un ambicioso programa anual de divulgación y visitas. Unas máquinas.
Pero antes de subirnos a las estrellas empezamos con un poco de bici. Hay una vía verde, en este caso el Camino Natural del Trenillo, que recupera el trazado del ferrocarril que a principios del siglo pasado trasegaba la producción vinícola por estas comarcas manchegas. El itinerario comienza en Quintanar de la Orden, y tras unos 7 km llega a la Puebla de Almoradiel. Nos acercamos a la casa rural y dejamos el equipaje. Salimos a pasear por el pueblo y cuando ya empieza a caer el sol nos montamos en las bicis y nos dirijimos al observatorio.
Dejamos la vía verde a la altura del polideportivo y seguimos la pista de los molinos, que discurre paralela al río Cigüela. En unos pocos km llegamos al CALH. Hemos llegado los primeros y tenemos que esperar un poco. El resto de los visitantes van llegando en sus coches y al rato vemos salir a Faustino, Leonor y Fernando. La visita comienza con las instalaciones, donde un par de telescopios totalmente automatizados permiten a distintos investigadores de universidades, como la de Huelva, hacer uso de los medios del complejo astronómico. ¡Toma ya I+D+I! Comparten con nosotros sus pequeñas aportaciones a la cartografía de la luna, sus fotazos impactantes, sus pequeños triunfos y satisfacciones.
Pero para la observación usamos el TEDI, el TElescopio de Divulgación, con el que vemos la luna, Júpiter y ¡oh!, ¡Los anillos de Saturno!. Además del TEDI, el mayor de su categoría en el país, tenemos un buen catalejo que nos deja ver con mucha soltura a todo el numeroso grupo. Mienras, nuestros anfitriones de grupo raja que te raja contestando preguntas, con su amplio anecdotario de datos espaciales... Una gozada. Chapeau a Faustino, Leo y Fernando.
Acabada la visita llega la vuelta de noche en bici, todo un postre para esta velada de estrellas. Con los focos, los chalecos reflectantes, las tobilleras, y poco a poco pedaleamos por pistas hasta el pueblo. Probamos otro itinerario y nos dejamos llevar por la intuición y un mapa. Son menos de 8 km pero tienen sabor de aventurilla. Misión cumplida.
El día siguiente discurre suave por la vía verde. Primero llegamos a la Villa de don Fadrique, que nos invita a dar un rodeo para ver sus plazas y casas señoriales, y atisbar los grandes patios de las casas manchegas centenarias. Un empujon más y llegamos a las lagunas de Villacañas. En la laguna grande hay un observatorio que ayuda ver a las bandadas de flamencos. Atravesamos la zona de recuperación de humedales, donde se tratan las aguas residuales de la población. Ya en Villacañas tomamos el refrigerio de rigor y de vuelta a casa. Otra de estrellas.