Con Pol y Keltie a las Bardenas

Las Bardenas Reales

Tras más de seis años sin vernos las caras, aparecieron por estas latitudes nuestros amigos Pol y Keltie, que bien conocimos en Vancouver durante nuestro viaje en bici alrededor del mundo. Fueron muchos momentos buenos compartidos con el Bike Dr y la B:C:Clettes, que queremos seguir teniendo con una buena pedalada por las Bardenas Reales.

Así que un frío día de Noviembre nos vemos en Tudela de Navarra, Pepe, Martín y Josetxu con nuestros colegas canadienses. Empezamos con unas cañitas, un menu y unas compras de alimentos y espirituosos y a preparar las burras y las alforjas. Al día siguiente cruzamos el Ebro y enfilamos por la carretera hacia la Bardena Negra. En Fustiñana nos aprovisionamos de pan, buñuelos y torrijas. Ya tenemos de todo para los próximos dos días. La pista sale de la carretera para ir cogiendo metros poco a poco sobre las laderas más boscosas de la Negra. Almorzamos al pie del Pinar de la Negra y de sobremesa sudamos unas pocas rampas empinadas que nos dejan arriba en la Plana. Nos aprovisionamos de agua en los merenderos del Santuario de Sancho Abarca, y vemos un atardecer de lujo con el valle del Ebro a nuestros pies. Las tiendas las ponemos en unos refugios de ganado antiguos, ya en la Punta de la Negra. Desde aquí se domina toda la llanura de la vertiente aragonesa, salpicada de unas pocas poblaciones nacidas de la colonización agraria de la posguerra.

Al día siguiente amanece niebloso y no despeja hasta que llegamos al Portillo de Santa Margarita y cruzamos la carretera. Nos cruzamos con unos que vienen en quad huyendo de la tormenta, que se anuncia tenebrosa en el cielo. Meterse en las Bardenas con lluvia puede resultar en un desastre pues las pistas se embarran con gran facilidad. Dicho y hecho: nos metemos. Unos goterones nos sorprenden llegando al Rincón del Bu, que nos ponen la piel de gallina y las ruedas llenas de barro. Keltie ya no puede mover la bici pues el guardabarros se atasca a cada rato. Brrrrrr. Pero aquí está la estrella de los bicicletos abriendo el cielo encima de nuestras cabezas y dejándonos libre, y seco, el descenso a la hoya de la Bardena Blanca. Rodeamos el campo de tiro de la OTAN y almorzamos en mitad de esta estepa de paisajes áridos. Por la tarde el cielo se vuelve a poner amenazante y los primeros truenos nos obligan a apretar el ritmo para poder llegar a la Cabaña del Paso a tiempo de librarnos del aguacero. Nuestra obligada sesión de estiramientos transcurre rodeados de un espectacular juego de rayos: ImPRRRRRRESSionante!

Al día siguiente descendemos a Carcastillo a aprovisionarnos para un par de días más y ascendemos a El Plano. Ya es lunes y el atronador ruido de los cazas en prácticas de tiro no es el mejor de los arrullos que nos conforta de este entorno natural único. Comemos en las orillas del embalse del Ferial y por la tarde nos dirigimos al sur. Hemos quedado con Deiviz en la ermita de la Virgen del Yugo. El viento en contra pega duro, el cielo es totalmente borrascoso y la última rampa de subida se hace de rogar. Pero llegamos a tiempo de encender una buena hoguera y ponernos a refugio de la galerna. El viento se arremolina y nos obliga a apagar el fuego y Deiviz se ha equivocado y en vez de sal nos ha traido bicarbonato. Grrrrrr. Pero bueno, es su cumpleaños y hacemos de tripas corazón aplacados con un par de botellas de vino joven y peleón, como él. Se ha ganado la tarta.

Tras una noche tormentosa llega la calma y el cielo abre para iluminar el descenso vertiginoso hasta Arguedas. Siguiendo pistas por la zona de regadío llegamos a la orilla izquierda y pillamos el Camino Natural del Ebro hasta el punto de inicio, el Puente Viejo Tudela. Duchita, comilona, y un buen desayuno en la cafetería de moda de Tudela: Trigo Dulce, muy recomendable. Unos pocos de vuelta a Madrí, y otros con las bicis a seguir ruta, que nos vemos el finde que viene. Pero esa ya es otra historia.

Aquí la ruta: