Del oeste

La sierra oeste de Madrid

En el límite de las comunidades autónomas de Castilla-León, Castilla-La Mancha y Madrid hay una sierrecilla que llega hasta los campos de Talavera, a orillas del Tajo. Son las montañas más al sur del sistema central, llenas de roquedos y encinas, pinos y viñedos, castaños y canteras. La primera vez que fuimos por allá fue a la sierra de san Vicente, a rodar la senda Viriato o GR-63. Parece que el guerrillero lusitano se escabulló de las tropas romanas que le perseguían por estas laderas… Nos llevó un par de visitas recorrernos los pueblos que rodean al cerro de San Vicente, las cañadas y las empinadas pistas. Desde la cumbre del cerro hay restos de lo que parece fue una atalaya árabe,  que luego ocuparon templarios y más tarde cayó en el abandono. Desde luego bien pudo formar parte del sistema de atalayas que rodearon a Talabira, y que nosotros ya hemos recorrido en bici.

Esta vez quisimos explorar la parte madrileña. Cuando rodábamos por la vía verde del Alberche ya pensamos por donde podríamos llegar hasta Talavera de la Reina pedaleando estas sierras. Así que manos a la obra y un buen finde nos fuimos en bus a San Martín de Valdeiglesias. Buenas noticias: autobuses CEVESA ya permite llevar la bici en sus líneas sin restricciones, pagando un extra de 50% de la tarifa del pasajero. Poco a poco. Por pistas vamos subiendo entre pinares y viñedos hasta Cadalso de los Vidrios. Una última cuesta por carretera y llegamos. Aquí está claro que se la da a la piedra: el palacio de Villena, el estanque de agua, la fuente de los Álamos. 

Seguimos por pistas que resultaron ser demasiado duras para lo que queremos hacer: mejor la carretera. Y llegamos a Cenicientos, con sus peñas dominando el paisaje. Desde aquí  seguimos tomando pistas que nos llevaron por algunos encinares centenarios, por donde parece que van a aparecer gnomos. Nosotros solo vimos corzos. Llegamos a la carretera que en unos pocos km nos lleva a Pelahustan, ya en la sierra de san Vicente.

Y volvimos a ir, a disfrutar y a rematar un par de pistas de la ruta. Desde las orillas del embalse de Picadas tomamos una vía pecuaria que tras unos km en asfalto nos lleva entre pinares y lagunas al Canto de las Tres Cruces. Por una carretera local y entre canteras volvemos a aparecer en Cadalso. Mejor. Desde Cenicientos a Rozas de Puerto Real rodamos por una carretera local preciosa, y desde allí de vuelta a San Martín mejor ir por las urbanizaciones que por la vía pecuaria, en mal estado y poco señalizada. Llegando al pueblo se puede rodar por la antigua vía férrea del tren del Tiétar, un proyecto que nunca vio vías ni trenes. Pero sí a las bicis.